martes, 19 de marzo de 2013

Prólogo (Claudio Cherep)



Una decena de años atrás, Nicolás Lovaisa, el Nico, con un buzo de educación física y una camiseta de algún equipo europeo, con cara lampiña y ojos atentos, llegó a la redacción de LT 10 Radio Universidad. Más que por los resultados de los partidos tenía avidez por fijarse en los porqués y las consecuencias de los mismos. Además, algo impropio en los de su generación, más impropio aún en el periodismo deportivo, solía llevar algún libro debajo del brazo.

Osvaldo Ardizzone no le auguraba buen destino a los que -como el Nico- andaban por las redacciones con libros bajo el brazo. El Viejo decía que los jefes de redacción, por lo general, no leen libros y que, como consecuencia de ello, detestan a los que leen. No era difícil pensar en el destino que irían a sufrir los aspirantes que llevaban libros bajo el brazo. “Vaya y traiga una nota para hacer mierda a un tipo”, gritaban los jefes de redacción. Enseguida, en tono componedor, susurraban al oído del aspirante-lector: “no se distraiga”.

Muchos futuros periodistas seguían el camino de esos jefes de redacción con la consigna de permanecer, de durar, de ganarse un nombre aunque sea metiendo un gol con la mano, una primicia indigna. Otros, los menos, los que son como Nicolás Lovaisa, eligen el recorrido más largo y empinado, el de la formación para abrazar la razón, el de la pasión para tutearse con los sentimientos y el de la socialización del conocimiento como punto de llegada a un horizonte que -irremediablemente- se mueve hacia adelante para obligar a una nueva búsqueda.

En este sentido, hay dos que desvelan a Nicolás Lovaisa y están puestas de manifiesto en este libro: la del juego en su condición literal y la quimera de la justicia. Curiosamente, dos banderas que buena parte del periodismo deportivo ha decidido arriar.

A partir de estas premisas, y de una tan exhaustiva como necesaria investigación periodística, con valentía y rigurosidad, Lovaisa conforma una obra imprescindible para los que entienden que el fútbol, como hecho social y cultural, como metáfora de la vida de los pueblos, es un destino que hay que arrebatarle a los poderosos.

Otro elemento a considerar es la “geografía” donde parió “Tiempo Recuperado”. Este libro se escribe en las calles de una ciudad que casi siempre ha hecho la vista gorda a los que, por acción u omisión, han sido sus verdugos. Los medios más tradicionales han sabido cómo ser parte de ese engranaje de ocultamiento y suelen no dar lugar a los que, como Lovaisa, gustan de escarbar debajo de una alfombra donde existe mugre bien conocida.

Por eso, hasta la aparición de “Tiempo Recuperado” nadie se había comprometido de cuerpo y palabra para ahondar en el andar de los miserables de la dictadura pero aquí, a la vuelta de la esquina, al lado de nuestras casas. Nunca nadie.

Nicolás Lovaisa, el Nico, el pibe que entró una vez a una redacción con la inocencia de los que son capaces de llevar libros debajo del brazo para irritar a los jefes que no leen poesía, descubre aquí al escritor que se abre paso ante el periodista. Va de suyo que van a convivir los dos y que habrá más trabajos necesarios como “Tiempo Recuperado”.

Claudio Cherep (periodista, autor de los libros "La Pulpo", "Hambre de Gol" y "Gajos del Oficio"). 

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