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El plantel en el barco, rumbo a Italia 1934: Astudillo y Galateo están arriba. Wilde, abajo. |
Es una buena historia la del Mundial de 1934, con una corta y única participación argentina que cobra mayor interés por lo anecdótico y las rarezas que se dieron desde la formación del plantel. Con muchachos del interior que casi se conocieron en el barco que los llevó a Europa con una vivencia única para todos y para esos tres santafesinos que quedaron en la estadística y con el orgullo de haber sido mundialistas.
Lucio Ortiz (periodista de Uno Mendoza y autor del blog Historias del Deporte.)
¿Se imagina a alguno de los futbolistas argentinos que disputó el Mundial de Sudáfrica trabajando como empleado administrativo o haciendo changas para sobrevivir? Imposible. Hoy, aquellos que pueden darse el lujo de defender los colores de su país en el torneo más importante del planeta son jugadores que ya tienen su vida resuelta desde lo económico.
Diego Pozo y Ariel Garcé lograron el año pasado quebrar un largo período de ausencias: durante 76 años no hubo jugadores de Colón y Unión citados para afrontar una Copa del Mundo con la Selección Nacional. Pero ninguno de ellos pudo ingresar a la cancha, por lo que aquella participación en Italia 1934 de Alberto Galateo y Federico Wilde, dos glorias rojiblancas, y Ramón Astudillo, quien dejó una imborrable huella en la zaga rojinegra, sigue estando en un lugar privilegiado en la historia del fútbol santafesino.
Una Selección amateur
En la década del ´30, luego de la organización del primer Mundial, Europa y América del Sur sostenían sus primeros encontronazos. El apoyo de los europeos a la primera Copa del Mundo fue prácticamente nulo. Los italianos habían tratado de boicotear el certamen realizado en Uruguay, llegando casi a crear otro, similar y paralelo.
Suecia e Italia se presentaron como candidatos para organizar el torneo de 1934, pero los suecos, presionados por Benito Mussolini, retiraron su candidatura. La FIFA, presidida por Jules Rimet, confirmó que el II Campeonato del Mundo era confiado a la Asociación Italiana. Se inscribieron 32 países. Uruguay, el campeón, no lo hizo, en señal de protesta contra Italia.
Argentina había sido subcampeón en 1930 y era uno de los candidatos. Pero los futbolistas profesionales, representados por la Liga Argentina de Football, se declararon en huelga. Fue así que el técnico del combinado argentino, Felipe Pascucci, tuvo que recurrir a jugadores del interior.
Pascucci se fijó en dos referentes de Gimnasia y Esgrima de Ciudadela: el back Tomás Di Stéfano y el wing izquierdo Carlos Locasso. Pero la entidad mens sana no les permitió incorporarse a la Selección, porque ambos estaban al frente de una protesta salarial. Finalmente, ninguno de los dos fue convocado. En el segundo semestre de 1934, Locasso consiguió abandonar la institución para jugar en River, donde compartió el ataque con el mítico Bernabé Ferreyra.
Luego de eso, el DT convocó a Alberto Galateo y Federico Wilde, dos de los mejores jugadores de la historia de Unión, a quienes El Bachiller (seudónimo del periodista Juan Fernández) bautizó como “la fiesta pirotécnica del fútbol”. De Colón, decidió sumar al seguro back Ramón Astudillo. Las dirigencias de ambos clubes, en un primer momento, no autorizaron a los futbolistas a sumarse a la Selección, aunque luego declinaron su actitud.
A último momento, la FIFA estuvo a punto de rechazar la participación del combinado argentino, porque consideraba una falta de respeto la presencia de amateurs. La participación del equipo no fue muy feliz. En el campeonato no había grupos, ya que se empezaba a jugar en octavos de final. La Selección disputó apenas un partido y fue eliminada, 3 a 2 ante Suecia. Wilde fue titular, al igual que Galateo, que marcó un gol. Astudillo no jugó.
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El equipo que salió a jugar ante Suecia: Wilde y Galateo son el segundo y el cuarto, en la fila de abajo. |
Si bien Argentina se quedó afuera del Mundial muy rápido, la prensa destacó la labor de “un combinado de futbolistas amateurs que se batió en igualdad de condiciones ante jugadores profesionales”.
En su regreso a Santa Fe, Wilde, entrevistado por el diario El Orden, no ocultó su fastidio por la eliminación: “Si jugamos diez veces más contra los suecos, les ganamos once”.
Wilde se vio obligado a dejar el fútbol por una lesión en la rodilla. Muchas veces fue tentado por River, pero siempre vistió la camiseta del Tate, con la excepción de un partido que jugó para Sportivo Buenos Aires, en la Segunda División, en 1939. Luego trabajó en el Banco Provincia de Santa Fe.
Astudillo, aquel fuerte back sabalero, vivió sus últimos días lustrando botas en una esquina céntrica de la ciudad, contándole con timidez a algún cliente que había representado al país en un Mundial.
Galateo, que después de jugar en Unión pasó por Huracán, Chacarita, Racing y Colegiales, tuvo una muerte trágica en Sáenz Peña, Chaco. Acosado por el alcohol, intentó agredir a su esposa, Fortuna María Bongiovanni, cuando su hijo, David José, lo mató de tres balazos.
También jugaron un Mundial
En este repaso no se tuvo en cuenta a aquellos que se iniciaron futbolísticamente en Santa Fe y tuvieron la chance de participar de un Mundial mientras jugaban en otra institución. En esa nómina están los sabaleros Agustín Balbuena (Alemania 1974, Independiente), Enzo Trossero (España 1982, Independiente) y Pedro Pasculli (México 1986, Lecce) y los tatengues Leopoldo Luque (Argentina 1978, River), Nery Pumpido (España 1982, Vélez; México 1986, River; Italia 1990, Betis) y Carlos Trucco, que se inició en el Rojiblanco y en Estados Unidos 1994 defendió el arco de Bolivia.
Obviamente, tres de ellos se destacan sobre los demás. Luque fue clave en el título de Argentina 1978, marcando cuatro goles en cinco partidos. Pumpido fue el arquero titular del equipo campeón en México 1986 y subcampeón en Italia 1990, donde jugó dos partidos y debió ser reemplazado por una grave lesión. También estuvo en España 1982, aunque no jugó. Por su parte, Pasculli le marcó un decisivo gol a Uruguay en los octavos de final de México 1986.
Hay otros dos santafesinos que, sin pasar por Colón y Unión, lograron llegar a lo más alto: Carlos Roa tuvo una gran actuación en Francia 1998, especialmente recordada por los penales atajados ante Inglaterra, en octavos de final. En ese mismo torneo, Juan Antonio Pizzi llegó a disputar un partido para la Selección de España.
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Santafesinos en los mundiales (click para agrandar). |
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