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Evita da el puntapié inicial del clásico, en cancha de Colón. |
Apenas un año había pasado desde la asunción de su marido y ella ya andaba marcando territorio. Qué mejor entonces que los estadios, lugares donde supo recibir un calor popular impensado una década atrás, cuando encaró desde Junín hacia Buenos Aires para subir en la escala del espectáculo. El destino la acercó a Perón tras el terremoto de San Juan y fue en el Luna Park cuando se produjo el rayo amoroso. Después hubo otros estadios, como el de Racing y los Evita y el de River y los Panamericanos, pero nunca ocurrió lo que en Santa Fe cuando el clásico se achicó hasta la mitad, porque ella misma ya había jugado la otra parte afuera del mismo. Como una constante en su vida política, la cercanía con su gente era prioridad absoluta y en este caso hasta el fútbol plegaba sus arcos. En aquellos tiempos desde su flamante Fundación ya lograba concretar aún más esta simbiosis popular, que se eternizó aquel anochecer triste del 26 de julio del ´52, cuando sus ojos se cerraron y aunque la vida se le quedó por la mitad, le bastó para abrir la cancha empezando por abajo.
Guillermo Blanco (Director de Prensa de la Secretaría de Deportes de la Nación y autor de los libros “Maradona, l'uomo, il mito, il campione”, “Tributo a los hermanos Gálvez” y “Deporte Nacional”).
Los años van modificando algunos recuerdos que quedan grabados para siempre en la vida de las instituciones. En Santa Fe, pocas veces se vivió una manifestación popular tan masiva como la que ocurrió en diciembre de 1947, cuando Eva Perón, por ese entonces Primera Dama de la Nación, visitó la ciudad. Aquel recorrido de Evita por la capital provincial está inevitablemente vinculado con el fútbol, porque fue la encargada de dar el puntapié inicial en un amistoso entre Colón y Unión.
En la memoria colectiva quedó instalada la certeza de que ese día la esposa del presidente Juan Domingo Perón arribó a la capital provincial para inaugurar el estadio sabalero. Sin embargo, no fue así: el estadio había abierto sus puertas un año y medio antes, con un amistoso frente a Boca, el 9 de julio de 1946. Aquel clásico en el barrio Centenario fue fruto de un acuerdo entre los clubes para sumarse a los homenajes que las instituciones santafesinas le ofrecerían a Evita, pero fundamentalmente para agradecer el apoyo económico que las dos entidades que dividen los amores y odios de esta ciudad habían recibido del gobierno nacional.
A mediados de noviembre de 1947, los medios santafesinos confirmaban la visita de Eva Perón a Santa Fe. Por ese motivo, el 20 de noviembre, en el local de la Asociación Sindical de Obreros y Empleados de la Municipalidad de Santa Fe (ASOEM) se reunieron los representantes de las entidades gremiales, políticas, deportivas y culturales de la ciudad, para organizar el comité de bienvenida.
La dirigencia de Colón, presidida por Francisco Ghiano, estaba tramitando un subsidio que estaría destinado a dotar al estadio de iluminación artificial, mientras que la de Unión, comandada por Benito Beltrame, buscaba un préstamo del gobierno nacional para encarar una serie de obras en la sede social del 15 de Abril. Se decidió, de esa manera, jugar un clásico en homenaje a la Primera Dama: para conformar a todos, se eligió el estadio rojinegro para disputar el encuentro, mientras que el escenario elegido para llevar adelante la cena en homenaje a Evita fue el Rojiblanco.
El 26 de noviembre, el diario El Litoral confirmó el cronograma de actos para el 7 de diciembre. Las últimas líneas del comunicado de prensa estaban destinadas a la actividad que compartiría con el fútbol santafesino: “A las 17:30 concurrirá a la cancha de Colón para presenciar el partido entre los primeros equipos de Colón y Unión; a las 20:30, en el field del C. A. Unión tendrá lugar el gran banquete popular en honor de la visitante”.
Horas antes de llegar a Santa Fe, Eva dejó en claro que su visita tenía como objetivo los mismos que en otros lugares del país: “Voy a Santa Fe como he ido antes a otras ciudades del interior y como iré luego a las demás provincias. El objetivo de mi viaje es uno solo: ser útil al pueblo recogiendo sus inquietudes y aspiraciones. La revolución debe llegar allí, donde se la está esperando”.
Según publicó el diario El Orden en su edición del 8 de diciembre, “una multitud pocas veces vista en Santa Fe recibió ayer a la esposa del primer mandatario de la Nación, Señora María Eva Duarte de Perón”. “A lo largo del trayecto recorrido por la ilustre dama y su comitiva, millares de personas de todas las clases sociales que se habían apostado en las aceras desde muy temprano, le dieron la bienvenida aplaudiendo a su paso con entusiasmo y vivándola sin descanso”, agrega.
El matutino santafesino, que dedicó las ocho páginas de su edición a la visita, estimó que “100 mil personas escucharon el vibrante discurso de la Señora Perón”. Además, destacó la entrega de cien viviendas “para los humildes de la ciudad”, la donación de diez bibliotecas, la apertura de un Centro de Acción Social, la inauguración del Hospital de Niños María Eva Duarte de Perón (ex Meana) y del aparato de Plasmoterapia donado por la Unión Ferroviaria, en el Hospital Ferroviario.
La enorme cantidad de público fue demorando las actividades programadas, lo que perjudicó directamente la realización del clásico. El partido debía comenzar a las 17:30 y dos horas antes el estadio presentaba un lleno total. “La afluencia de público fue creciendo en forma tal que millares de aficionados se quedaron sin ingresar pero participaron de la fiesta popular desde afuera de las tribunas. A lo largo de la calle San Martín y las demás arterias por donde pasó la señora Eva Duarte de Perón, millares de personas saludaron a la esposa del presidente y fueron engrosando la caravana que llegó hasta la cancha de Colón. Resultaba imposible calcular en miles la extraordinaria muchedumbre reunida”, afirmó El Litoral.
Evita se demoró recorriendo los barrios más carenciados de la ciudad y arribó al estadio recién a las 18:50, junto al gobernador, Waldino Suárez, el ministro de Hacienda y Obras Públicas, Ramón Cereijo, y el diputado nacional Héctor Cámpora. El inicio se retrasó aún más, por un desacuerdo entre los clubes: era un amistoso, pero ambos lo tomaban como un desafío oficial y querían quedarse con la Copa que Eva había donado para el ganador. Cada uno llevó un árbitro: los Sabaleros a Angelini, de la Liga Rosarina, y los Tatengues a Ruiz, de la AFA. Finalmente, dirigió Angelini, pero con Ruiz observando desde el costado de la línea de cal.
A las 19:15, Colón saltó a la cancha con Botazzi; Sabotig y Gómez; Rebechi, Traversi y Bonacci; Zurbriggen, Martins (luego Rosales), Di Luca, Sosa y Pini. Por su parte, Unión alistó a Rocha; Medina y Ogas; Mieres, Mello y Santiago; Berlanda, Ramayo, Bustos, González y Acosta. Según los comentarios de los diarios, “Unión empezó mejor, más afianzado para atacar, pero Colón se acomodó en el terreno de juego y terminó volcando las acciones del encuentro a su favor”.
El primer tiempo terminó 0 a 0 y tanto los jugadores como los hinchas tenían una certeza: el partido no se reanudaría, ya que el estadio no disponía de iluminación artificial y comenzaba a caer la noche. Eva se dirigió caminando, con los brazos en alto, a cada una de las tribunas, y fue ovacionada de pie por todos los presentes. Antes de retirarse, firmó dos decretos, que fueron leídos por el vicepresidente primero rojinegro, Fernando De Feo: un subsidio de 150.000 pesos a Colón, que estaría destinado a la instalación de un sistema lumínico para jugar partidos nocturnos, y un préstamo de 1.300.000 pesos para Unión, para realizar las obras que tenía previstas en el estadio de la Avenida López y Planes. El encuentro no terminó, pero no hubo protestas ni incidentes. Por única vez en la historia, una mujer eclipsó el clásico santafesino.
(Publicado en el semanario Soy Deportes)
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