Este libro no pretende ser más de lo que es: un puñado de historias contadas de la mejor manera posible. El lector que busque en estas páginas una pluma elegante, un lenguaje florido, vuelo literario, se desilusionará. El autor, como esos número “5” que se dedican a recuperar y tocar de primera, renunció a lujos propios de números “10” y buenos escritores, a los que envidia, y no sanamente. Esa limitación intentó ser compensada con sacrificio: hay un largo recorrido por bibliotecas, hemerotecas, archivos, expedientes judiciales y entrevistas con futbolistas, técnicos, dirigentes, árbitros, periodistas y familiares que permitieron cerrar cada relato. “Yo también pagaría una entrada para ver a Michelini”, dijo alguna vez Ángel Cappa, un amante del buen fútbol, haciendo referencia a aquel volante batallador de su Racing. Espero que, como Cappa, los lectores exigentes reconozcan el despliegue. El talento se los debo.
Tiempo Recuperado
Este libro fue publicado en septiembre de 2011. Dos años después, decido subirlo a un blog para compartir su contenido. La mayor parte de las historias indagan sobre la relación entre el fútbol local y la dictadura militar. También van a encontrar otros relatos con Colón y Unión como protagonistas. En la sección "Actualización de algunas notas", van a poder seguir el avance de algunas causas en estos últimos dos años.
martes, 19 de marzo de 2013
Prólogo (Claudio Cherep)
Una decena
de años atrás, Nicolás Lovaisa, el Nico, con un buzo de educación física y una
camiseta de algún equipo europeo, con cara lampiña y ojos atentos, llegó a la
redacción de LT 10 Radio Universidad. Más que por los resultados de los
partidos tenía avidez por fijarse en los porqués y las consecuencias de los
mismos. Además, algo impropio en los de su generación, más impropio aún en el
periodismo deportivo, solía llevar algún libro debajo del brazo.
Osvaldo
Ardizzone no le auguraba buen destino a los que -como el Nico- andaban por las
redacciones con libros bajo el brazo. El Viejo decía que los jefes de
redacción, por lo general, no leen libros y que, como consecuencia de ello,
detestan a los que leen. No era difícil pensar en el destino que irían a sufrir
los aspirantes que llevaban libros bajo el brazo. “Vaya y traiga una nota para
hacer mierda a un tipo”, gritaban los jefes de redacción. Enseguida, en tono
componedor, susurraban al oído del aspirante-lector: “no se distraiga”.
Muchos
futuros periodistas seguían el camino de esos jefes de redacción con la
consigna de permanecer, de durar, de ganarse un nombre aunque sea metiendo un
gol con la mano, una primicia indigna. Otros, los menos, los que son como
Nicolás Lovaisa, eligen el recorrido más largo y empinado, el de la formación
para abrazar la razón, el de la pasión para tutearse con los sentimientos y el
de la socialización del conocimiento como punto de llegada a un horizonte que
-irremediablemente- se mueve hacia adelante para obligar a una nueva búsqueda.
En este
sentido, hay dos que desvelan a Nicolás Lovaisa y están puestas de manifiesto
en este libro: la del juego en su condición literal y la quimera de la
justicia. Curiosamente, dos banderas que buena parte del periodismo deportivo
ha decidido arriar.
A partir de
estas premisas, y de una tan exhaustiva como necesaria investigación
periodística, con valentía y rigurosidad, Lovaisa conforma una obra
imprescindible para los que entienden que el fútbol, como hecho social y
cultural, como metáfora de la vida de los pueblos, es un destino que hay que
arrebatarle a los poderosos.
Otro elemento
a considerar es la “geografía” donde parió “Tiempo Recuperado”. Este libro se
escribe en las calles de una ciudad que casi siempre ha hecho la vista gorda a los que, por acción u
omisión, han sido sus verdugos. Los medios más tradicionales han sabido cómo
ser parte de ese engranaje de ocultamiento y suelen no dar lugar a los que,
como Lovaisa, gustan de escarbar debajo de una alfombra donde existe mugre bien
conocida.
Por eso, hasta
la aparición de “Tiempo Recuperado” nadie se había comprometido de cuerpo y
palabra para ahondar en el andar de los miserables de la dictadura pero aquí, a
la vuelta de la esquina, al lado de nuestras casas. Nunca nadie.
Nicolás Lovaisa,
el Nico, el pibe que entró una vez a una redacción con la inocencia de los que
son capaces de llevar libros debajo del brazo para irritar a los jefes que no
leen poesía, descubre aquí al escritor que se abre paso ante el periodista. Va
de suyo que van a convivir los dos y que habrá más trabajos necesarios como
“Tiempo Recuperado”.
Claudio
Cherep (periodista, autor de los libros "La Pulpo", "Hambre de Gol" y "Gajos del Oficio").
Contratapa (Ariel Scher)
Nicolás Lovaisa sabe que la memoria no sólo se escribe de
memoria. Es decir que sabe otra cosa: sabe que la memoria es mucho trabajo.
Están el trabajo de buscarla, el trabajo de ejercerla, el trabajo de
compartirla. Y están, también, trabajos todavía más difíciles: el trabajo de
reconocer que en una memoria caben muchas memorias, el trabajo de ubicar a la
memoria lejos de la tentación de la sentencia elemental, el trabajo de aceptar
que una memoria es un viaje desde la oscuridad hasta la luz, pero, a la vez, es
una colección de muchos grises. De nuevo: Nicolás Lovaisa no escribió una fácil
memoria de memoria. Lo que hizo fue una colección de trabajos. De grandes
trabajos.
Como es periodista, Nicolás Lovaisa ejerció todo ese trabajo
formulando preguntas para adentro y para afuera hasta hallar algunas
respuestas. Como no es dogmático, evitó los prejuicios y los consignismos y
prefirió investigar con respeto y con responsabilidad. Como es argentino, se
asumió parte de un país en el que hubo un genocidio. Como es santafesino, verificó
que ese genocicio transcurrió cerca de su casa. Como es apasionado del deporte,
indagó hasta explicar que ni siquiera el deporte quedó afuera de ese genocidio.
Y como, más que cualquier otro rasgo, es un individuo noble, palpitó que las
historias que reunió en este libro le dolieron y le van a seguir doliendo.
Después del nazismo, el filósofo Theodor Adorno reivindicó a
la memoria no como el territorio del rencor sino como el espacio conmovedor del
aprendizaje. Eso significa que una memoria laboriosa constituye un instrumento
para transformar al mundo. Por eso, aunque los textos de Nicolás Lovaisa cuenten
en estas páginas la Santa Fe de la dictadura, esos mismos textos son soles y
son goles para otra fe santa, acaso la más santa, que es la esperanza de una
humanidad mejor.
Ariel Scher (Periodista. Autor de los libros "La Patria deportista", "Wing izquierdo, el enamorado", "La pasión según Valdano" y "Fútbol en el bar de los sábados". Coautor de "Fútbol, pasión de multitudes y de elites" y "Deporte nacional: dos siglos de historia". Premio Konex 2007. Actualmente trabaja en Clarín".)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)