domingo, 17 de marzo de 2013

Motura, su gol y el mito del descenso

Motura festeja su gol en el clásico, con el pueblo Sabalero.


Ese gol, ese grito, ese festejo, dejó a Unión caminando por la cornisa, y a Colón casi con la continuidad asegurada en primera. El Tatengue, un par de fechas después, terminó perdiendo la categoría y algunas semanas más tarde en su propio seno tomaría la determinación de desafiliarse de AFA. Vaya entonces si fue importante el gol de Motura que generó hasta un quiebre en la historia futbolística de Unión. Hasta ese 1970 había sido un tanto convertido en el momento más transcendente de la historia del balompié santafesino. Después pasaron años y años, hasta que aquella final jugada en 1989 sacó a relucir la importancia de este gol. Porque, tras el tiro libre de Madelón, al Tatengue le sobraron motivos para la gastada. Fue así que el Sabalero sacó a relucir aquel gol, desempolvó aquellas páginas de historia y lo opuso para acallar al tradicional adversario. Que quede claro algo: ese gol no lo mandó directamente al descenso a Unión. Esa caída se produjo luego, pero fue el golpe de nocaut para que aquel equipo de Humberto Maschio cayera en la lona y le contaran hasta diez. 

Ángel Cappelletti (periodista de FM Sol Sports y Canal 13, coautor del libro “Unión, cien años de pasión).


Muchos clásicos quedaron grabados en la memoria de Sabaleros y Tatengues. Desde aquel gol de Salomón Elías, en el primer choque en torneos afistas entre Unión y Colón, los eternos enemigos, esos que dividen la ciudad y ponen al borde del infarto los corazones santafesinos en cada enfrentamiento, estuvieron cara a cara en 80 ocasiones.

El pueblo tatengue elevó a la categoría de ídolo a Madelón luego de las finales de 1989. Los que peinan canas recuerdan un cabezazo fulminante de Alí en tiempo cumplido y el 2 a 0 que fue suspendido por una agresión de la hinchada rival a un juez de línea. Los que tienen libreta de enrolamiento, la épica volea de zurda de Grecco para el primer triunfo visitante en el duelo santafesino y el 4 a 1 de 1953. Los más jóvenes, el de 1999, que celebraron al grito de “Papá del Siglo”.

Por su parte, el pueblo rojinegro, que en las últimas dos décadas logró pasar al frente en el historial por un partido, guarda entre sus tesoros más preciados el 4 a 0 con el uruguayo Delgado como símbolo. Pero también aquel inolvidable sombrero de Cococho Álvarez a Regenhardt en la década del ´70, el derechazo de la Chiva Di Meola, los gritos agónicos de Agoglia y Migliónico y la paternidad del Loco González en la temporada 1994/95.

Algunos hinchas de Colón también recuerdan un triunfo por la mínima diferencia en el Reclasificatorio de 1970, con gol de Motura. Ese día, aseguran, condenaron al descenso a Unión. Para muchos se trata de una verdad irrefutable dentro de la rica historia del clásico, aunque la verdad haya sido otra. Y muy diferente.

A la “B”, sin jugar
En las décadas del ´60 y ´70, era habitual que la AFA cambiara el sistema de disputa de los torneos casi anualmente. El año 1970 no fue la excepción. A diferencia de los certámenes anteriores, en los que había dos zonas, el Metropolitano se disputó en una sola rueda, todos contra todos. Participaban del campeonato de Primera División 21 equipos y los primeros 14 clasificarían directamente al Nacional. Los siguientes cuatro jugarían un petit torneo: de allí saldrían otros dos hacia el Nacional, mientras que los dos eliminados, junto con los últimos cinco equipos de la tabla, jugarían el Reclasificatorio, en el que lucharían por mantener la categoría.

Para el periodista Pablo Ramírez, autor del libro La Historia del Fútbol, el modo de disputa de ese torneo fue “una elocuente demostración de la incapacidad con la que se gobernaban las cosas, como lo demuestra el hecho de que en varias oportunidades diferentes equipos debieron jugar dos partidos seguidos como local o visitante”.

Las campañas de Unión y Colón fueron pésimas. El Tate terminó en el puesto 18, con apenas 17 puntos, producto de seis victorias, cuatro empates y diez derrotas. Lo del Sabalero fue aún peor: penúltimo, con 11 unidades, consecuencia de tres triunfos, cinco empates y doce caídas. Así, se vieron obligados a revalidar la categoría en el Reclasificatorio junto a Argentinos, Lanús y Los Andes, más Quilmes y Huracán, eliminados en el petit torneo por Estudiantes y Chacarita.

La forma de disputa del Reclasificatorio también era intrincada: eran siete equipos, todos contra todos, a dos ruedas. Los tres primeros conseguían la tan ansiada salvación y los dos últimos se iban al descenso. Los que quedaban en el cuarto y quinto lugar jugaban un cuadrangular junto con dos equipos de la Primera “B” (hoy “B” Nacional), de los cuales dos estarían en 1971 en la máxima categoría, obligando a los dos restantes a disputar el certamen de ascenso.

Los Rojiblancos arrancaron bien y se mantuvieron en lo más alto por un par de fechas. Los Rojinegros, en cambio, empezaron mal, y recién en la octava jornada, con un 4 a 1 sobre Los Andes, lograron enderezar el rumbo. Una semana antes había comenzado el declive de su eterno enemigo, goleado por Argentinos.

El 1º de noviembre de 1970 Unión recibía a Colón. Estaba fuera de la zona roja, pero se acercaba peligrosamente a ella. El Sabalero estaba dos puntos debajo, pero tan sólo uno por encima de Lanús y Quilmes, que estaban perdiendo la categoría. La historia también jugaba a favor del Tate: hacía doce años que no perdía un clásico.

A los 38 minutos del segundo tiempo se dio una de las jugadas más insólitas en los clásicos: Larguirucho Martínez erró un gol imposible casi debajo del arco, estrellando la pelota contra el travesaño. Era el 1 a 0 para el dueño de casa, pero fue el gol del triunfo para la visita, porque de ese rebote nació el contragolpe que terminó en el derechazo del Lobo Motura, apenas unos segundos después. Ese día nació la leyenda de “Motura los mandó al descenso”, aunque en realidad no fue así. Con esa enorme victoria en campo enemigo, Colón logró alcanzar a Unión en la tabla. Pero ambas instituciones se mantenían aún afuera de los puestos de descenso directo, y tenían cuatro partidos por delante.

Para Unión, que había entrado en la pendiente con la derrota ante el Bicho, el empate ante Lanús y la caída ante el rival de toda la vida fueron golpes de los que ya no pudo recuperarse. Después de eso, perdió ante Quilmes de visitante, frente a Huracán en Santa Fe y contra Los Andes en Lomas de Zamora. Ganando cualquiera de esos encuentros, lograba esquivar el descenso.

Sin embargo, la pérdida de categoría llegó sin entrar a la cancha. El 29 de noviembre, 28 días después de aquel clásico, Colón recibió a Quilmes en el Brigadier López. El Sabalero ya no corría riesgo de descender de manera directa, mientras que el Cervecero estaba obligado a obtener los dos puntos para condenar a la “B” al Tate, ya que quedaban libres en la última fecha. Colón jugó un partido muy malo y Quilmes ganó 1 a 0. “Y bueno, qué le vamos a hacer, perdimos, pero lo mandamos al descenso a Unión”, fueron las palabras de un dirigente rojinegro, según publicó El Nuevo Diario. Pero llaman más la atención las declaraciones que realizó Ángel Allegri, técnico de Quilmes: “No pensé que Colón jugaría tan poco, que pudiera jugar tan mal”.

El comunicado de prensa que emitió la Comisión Directiva de Colón, días después, sólo genera más dudas en torno a aquella derrota: “La Comisión Directiva del Club Atlético Colón, en su reunión de anoche, ha resuelto poner en conocimiento de su masa de asociados y simpatizantes que ha ratificado su confianza en el plantel de jugadores de Primera División de la AFA y equipo técnico, desvirtuando los comentarios que con ligereza se han vertido en la ciudad sobre la presunta falta de voluntad en el partido disputado con el club Quilmes”, decía el primer párrafo, publicado por El Litoral el martes 1º de diciembre.

(Publicado en el semanario Soy Deportes)

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